Bunker del Rinconcillo. Naciste en una época y contexto complicados. Hacia poco que acabó la Guerra Civil, y faltaba poco que acabase la II Guerra Mundial con la victoria de los Aliados. Nuestro país había apoyado el Eje, por lo que había posibilidades de ataque o invasión aliada a través de Gibraltar. Un parto difícil, pero naciste.

Afortunadamente no tuvimos que oír tu voz de guerra, por lo que te convertiste en un adorno, un emblema. Un Bunker del Rinconcillo, playa emblemática de Algeciras y su bahía (o bahía de Gibraltar, según a quién le preguntes). Esa pintura azul-celeste con el que te cubrieron te valió el nombre de Bunker o Nido de los Pitufos.

Contigo, los que tenemos ya una edad recordamos haber jugado contigo cuando éramos chavales. Incluso recuerdo, en fechas más recientes, pasear por la playa y querer llegar hasta el río Palmones pasar por delante tuya sin necesidad de mojarme. Daba igual que la marea estuviera alta o baja, podía pasar delante tuya sin mojarme. Y por supuesto, te sonreía.

Por desgracia la edad trae achaques. Pero eso no es lo preocupante, ya que la edad no perdona, ni a objetos orgánicos ni a los inorgánicos. Lo preocupante es lo mal que te han tratado.

Por desgracia has perdido ése color azul que tanto te caracterizaba, no se han molestado en pintarte de nuevo. Los temporales de levante que a veces se pasan por aquí te han provocado heridas que nadie se ha molestado en curar. Y por si fuera poco, las sucesivas ampliaciones del puerto que se han venido haciendo han alterado tu hogar, provocando que las olas de las aguas de la bahía te den esa paliza como si fueras un novato en un cuadrilátero. Y tampoco nadie se preocupa en curarte.

A éste ritmo, me temo que perderemos ésta playa. Pero por desgracia, antes te perderíamos a ti. Ojalá no lleguemos a ese extremo.

Ojalá te salvemos. Salvemos el Rinconcillo, y con ello también a tí.